A veces parece que el mundo estuviera hecho al revés, porque generalmente todo lo que nos causa placer, nos termina haciendo mal en el tiempo, sin embargo, aquellas cosas que no dan bienestar nos cuesta hacerlas.

Literalmente vivimos en un nuevo mundo. Un mundo que se construyó en base a la tecnología, además, apenas un par de años atrás, amenazado por un enemigo invisible que nos hizo reflexionar y cambiar el enfoque de nuestras vidas de
un momento a otro.
La pandemia nos encerró no solo en nuestras casas, sino en nosotros mismos. La amenaza ante lo que no sabíamos que nos iba a pasar, no llevó a refugiarnos más aún en la tecnología, y desde ahí mostrarnos hacia los demás.
Fotos, videos, reflexiones y muchas otras cosas salían desde los celulares mostrado cada uno su realidad, dando testimonio de sus actividades y, desde luego, cada “like” era una motivador y una señal de aceptación que empujaba cada vez más a seguir compartiendo su vida desde el encierro.

Muchas ideas y cosas buenas surgieron desde ahí, pero también empezamos a ver desde el mismo lugar cambios sustanciales en las noticias de los medios, la violencia en las calles ya no era tanto, claro, había menos gente circulando, pero si empezó a surgir una pandemia paralela mucho mas grave y letal que la que se vivía.
La violencia cambió de rumbo y salía desde los propios hogares, mujeres (en su inmensa gran mayoría) que perdían la vida a manos de sus parejas, hijos también víctimas de ello. Entonces surgió una pregunta:

  • ¿Es consecuencia de la pandemia?
  • ¿Es un efecto colateral?
  • ¿Quién tiene la respuesta?

Por otro lado, empezamos a escuchar, ver y comentar un aumento de suicidios, suicidios de personas jóvenes, y hasta de adolescentes, y eso sí que para muchos no había un entender del porque esas tomas de decisiones.
Desde la pandemia hasta el día de hoy, hemos visto como el tema de las emociones se ven reflejado en todos lados.
Desde en una publicidad hasta en los salones de clase, pues parece que recién nos hemos hecho consciente de que el ser humano es un ser emocional.
Cuando me inicié en éste fantástico mundo de lo que es ser Coach, desde mis primeras prácticas, hasta en mis primeros clientes (100 % mujeres) encontré un factor en común en ellas, pues había o estaban pasando por un tema de violencia doméstica, incluso algunas ni lo sabían. Entonces: ¿cómo llevas adelante un proceso tan complejo en dónde una persona cree que lo que hace es ser buena ama de casa, pero que en realidad solo hacía lo que querían que hiciera sin tener derecho ni oportunidad de poder hacer otras cosas? Ahí surgió mi principal inquietud y pregunta: ¿Qué hago para ayudar? ¿Cuál será mi aporte para lograr de alguna manera que se den cuenta que en realidad “SER” no es hacer lo que los demás quieren que seas? – Es importante dejar en claro, que el coaching no se especializa en Violencia Doméstica y/o género, solo puede acompañar un proceso como guía, paralelamente a las terapias realizadas por los especialistas-.

La necesidad me llevó a adentrar mas en el tema, y descubrí un abanico enorme difícil de encarar. Pues no me detuve.
Entrevistas mediante, compartiendo el tema con colegas, buscando información e investigando con protagonistas de éstas historias y especialistas con experiencia en el ramo, logré llegar a un factor común que aportaría muchísimo a éste flagelo mundial, y era la “prevención”. Y desde ahí no solo la violencia doméstica, porque en definitiva la violencia es un detonante en base a nuestras emociones, sea psicológica o física, siguiendo con el bullying, robos, drogas, entre otras tantas expresiones. Pues éste factor en común es “El Amor Propio”
Todos los seres humanos nacemos con mucho amor propio, porque de alguna manera esta enlazado con nuestro instinto de supervivencia, una de las dos únicas funciones con las cuál nace nuestro cerebro: Mantenernos vivos. Solo que la “evolución” (si es que se puede llamar así), nos ha puesto en un diario vivir muy vertiginoso y confuso (como ya mencioné antes) en donde olvidamos lo que queremos ser, para ser, lo que quieren que seamos; dejando así de lado, nuestro “amor propio”

Dicho todo esto, te invito a reflexionar con éstas preguntas, con la libertad de comentar la que desees o más reflexión logre en ti:

  • ¿Qué es el amor propio?
  • ¿Tener amor propio es ser egoísta?
  • ¿Qué implica tenerlo?
  • ¿Qué costo tiene, tenerse amor propio?
  • ¿El Amor Propio a cambiado su forma y manera de tenerlo en la época en que vivimos?
  • ¿Dejamos de tener amor propio cuando tratamos de ayudar a los demás? ¿Cuánto de nosotros vivimos bajo los likes de las redes sociales?
  • ¿Cuánto de nosotros vivimos desde nuestro SER?
  • ¿Por qué amarse a uno mismo es un camino difícil de llegar?

El amor propio es la receta para llegar a SER nosotros mismos.

Es tener el poder de lograr transmitir a los otros que es lo que queremos y no.

Es respetarnos a nosotros mismos, para que nos respeten.

“Nuestro amor propio entenderá también el amor del otro. Generará bienestar. Podemos tener amor propio siendo completamente diferentes, y aun así amarse.”

 

EL AMOR propio en un nuevo mundo por Fabián Pérez Mareco – Coach